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Autotrasplante de grasa o lipofilling: una técnica efectiva y segura para frenar el envejecimiento facial

31 octubre, 2013

Older couple blowing bubbles in park

En la mitología griega, las Danaides fueron condenadas a tratar de llenar un tonel sin fondo por toda la eternidad. Una tarea imposible, como la de detener las huellas del tiempo a la que se enfrentan los cirujanos plásticos. No obstante, los espectaculares avances médicos en su disciplina les auguran un mejor porvenir que a las cincuenta hijas de Dánao.

Con el paso de los años, el proceso de envejecimiento facial hace que nuestra piel pierda grosor, reduzca la retención de líquidos y, además, disminuya su elasticidad y capacidad de ‘volver a su sitio’ tras cambios bruscos en nuestro cuerpo (subidas y bajadas de peso p.ej.).

A estas variables naturales, se unen factores exógenos ligados a nuestros hábitos como el daño solar acumulado, el tabaquismo o un consumo excesivo de alcohol.

Esta combinación de ‘destino y malos hábitos’ se refleja en arrugas y rasgos faciales más marcados.

Arrugas en la frente, arrugas labiales –conocidas como ‘código de barras’– y arrugas  en la cola de las cejas; o acentuación de rasgos como el surco nasogeniano, que desciende de la nariz a la comisura de los labios, o el ‘descolgamiento’ de los pómulos, entre otros signos.

Diversas soluciones aparecidas en los últimos años prometen resultados en las situaciones mencionadas. No obstante, no todas son capaces de cumplir ‘sus promesas’ al nivel de las técnicas de relleno de imperfecciones en el rostro a partir del autotrasplante de grasa o lipofilling.

Hablamos al respecto con los Dres. Moraleda y De Piero, del Instituto de Cirugía Plástica y de la Mano Piñal y Asociados.

Dres., ¿en qué consiste la técnica del autotrasplante de grasa?.

Dr. De Piero: El lipofilling parte de la llamada técnica de Coleman, desarrollada por el cirujano norteamericano Sidney R. Coleman. A grandes rasgos, consiste en utilizar la propia grasa del cuerpo del paciente, procedente de una liposucción previa, en el relleno de imperfecciones faciales vinculadas a la edad.

De este modo, la grasa extraída de una zona no expuesta del cuerpo, sin dejar secuela alguna, se emplea mediante infiltración en la recuperación de volumen y relleno de tejidos.

Hablamos de un procedimiento mínimamente invasivo, sencillo –si es aplicado por cirujanos con el necesario nivel técnico- y muy previsible en sus resultados finales. Aspectos ambos que contribuyen a dar seguridad a las pacientes.

No obstante, existen otras alternativas como el ácido hialurónico o, incluso, las infiltraciones de materiales no reabsorbibles, ¿no es así?.

Dr. De Piero: En efecto, pero todas poseen hándicaps en relación a la técnica del autotrasplante de grasa.

Entrando en detalle, podemos diferenciar, como has hecho en tu pregunta, entre compuestos reabsorbibles, ‘procesados’ de forma natural por el organismo, y materiales que no lo son y actúan –dicho a trazo grueso- a modo de ‘prótesis’.

El ácido hialurónico entra en la primera categoría, y pese a sus beneficios, comparte su principal desventaja: una escasa durabilidad en el rostro de los y las pacientes, que les aboca a sucesivas repeticiones del tratamiento, con lo que ello implica a todos los niveles (…).

Por otro lado, las infilitraciones no reabsorbibles pueden infectarse y, en ciertas ocasiones, generar problemas con difícil vuelta atrás.

Bien, hemos hablado de los hándicaps de otras técnicas frente al autotrasplante de grasa, ¿cuáles son las principales ventajas de éste entonces?.

Dr. Moraleda: En primer lugar, empleamos tejido propio de la paciente, compatible al 100% y que elimina el riesgo de rechazo. Además, está su mayor durabilidad: el refinado de la técnica ha llegado a tal punto que más del 80% del material infiltrado se mantiene en su lugar, generando los beneficios estéticos perseguidos, prácticamente para toda la vida.

¿Y el bótox?.

Dr. De Piero: Las inyecciones de bótox se salen del ámbito de la charla que mantenemos. Hasta ahora estamos abordando técnicas de relleno con un nivel mínimo de agresividad, más aún en el caso del lipofilling. El bótox, si me permites la expresión, ‘juega en otra liga’.

Nuestra expresividad y comportamiento gestual deriva de la capacidad de tensión de los músculos faciales, que deja su huella con el paso del tiempo en forma de arrugas. Un proceso que se acentúa con la deshidratación y adelgazamiento progresivo de la piel.

El bótox actúa como lo que es, una toxina que paraliza los músculos para liberar la tensión que citaba. Así, el músculo deja de ‘tensarse’, ‘se relaja’ y la piel se estira, actuando sobre las arrugas.

Sin embargo, las aplicaciones del autotrasplante de grasa no quedan aquí (…)

Dr. De Piero: Así es, puede emplearse para ‘refinar’ y rellenar pequeños defectos ligados a otro tipo de intervenciones quirúrgicas como blefaroplastias (rejuvenecimiento de parpados), aumentos mamarios, dermolipectomías (eliminación de piel sobrante y grasa del abdomen), liftings faciales, rinoseptoplastias (mejoras estético-funcionales de la nariz), etc.

Antes y después: paciente con autotrasplante de grasa tras trauma
La paciente, 30 años, sufrió un accidente con fractura abierta de tibia en su pierna derecha, con los efectos de pérdida de tejido y cicatriz apreciables en las imágenes 1 y 3. Se le aplicó la técnica de relleno mediante autotrasplante de grasa (grasa autóloga procesada o lipofilling), con los resultados observables en la parte posterior (imagen 2) y frontal (imagen 4) de la extremidad.

Dr. Moraleda: Más allá del ámbito estético, es una técnica que utilizamos también para tratar las secuelas de pacientes de trauma, tras accidentes laborales o de tráfico por ejemplo. Actuamos sobre las cicatrices de intervenciones anteriores, ‘despegándolas’ de su lecho profundo para proceder al relleno de la zona, lo que reduce el efecto de tensión y la apariencia de profundidad.

Asimismo, el autotrasplante de grasa contribuye a mejorar el aspecto y estado de la piel dañada en mujeres que han pasado por mastectomía y radioterapia en casos de cáncer de mama.