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Una técnica pionera de trasplante de grasa, desarrollada por el Dr. Del Piñal, devuelve movilidad en las manos a pacientes con ‘lechos agotados’

17 mayo, 2014

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Los lechos ocultos en capas bajo nuestra piel actúan como verdaderos ecosistemas en los que viven e interactúan los componentes de nuestro sistema esquelético-muscular. En ocasiones, factores diversos -como operaciones reiteradas en una misma zona, infecciones, traumatismos graves o cicatrizaciones deficientes- convierten esa ‘tierra fértil’ en un área yerma, en la que lo fibrótico e inmóvil sustituyen a lo vivo y funcional.

En palabras del Dr. Del Piñal “llega un momento en que estos lechos se agotan,  se vuelven estériles, ‘pedregales’, como les ocurre a las tierras de cultivo sobreexplotadas”.

Las manos, por sus propias características y rol en nuestra vida cotidiana, están especialmente expuestas a este grave impacto Sin embargo, la técnica combinada de trasplante de colgajos de grasa libres y tenólisis, desarrollada por el cirujano cántabro, abre una nueva esperanza a pacientes con serias pérdidas de movilidad en sus extremidades superiores.

Dr. ¿a qué nos referimos cuando hablamos de ‘lecho agotado’?.

Un área de la mano que ha sido sometida a varias operaciones, ha sufrido un traumatismo de gravedad, una infección severa, etc. pierde su capacidad de sostener recursos vivos y funcionales; algo que afecta con especial crudeza  a los tendones.

Los tendones, por definición, necesitan algo contra lo que ‘patinar’, un elemento que facilite su movilidad en condiciones normales. Este papel lo juega la grasa, que –sin embargo- en estas ‘zonas yermas’ a las que aludimos muere y se transforma en un tejido fibrótico, que parasita un espacio ya exhausto.

Asumo por lo que comenta, Dr, que toda intervención quirúrgica se cobra un precio (…).

Las intervenciones quirúrgicas curan, sí, pero también tienen un coste, por supuesto. Buscaré una imagen sencilla: tras una operación observamos una cicatriz, ha habido una modificación exterior de la piel; pues bien, esos cambios también se producen en el interior. A raíz de todo esto, nuestros tejidos se han fibrosado, esto es, pierden capacidad para el deslizamiento del que hablábamos.

Por todo esto, un paciente que ha sido operado de forma recurrente en la misma zona pierde capacidad de regeneración, sufre una desvascularización progresiva y, por tanto, ve comprometida la movilidad del lugar afectado.

Entiendo que es aquí donde entra en juego la nueva técnica que ha desarrollado, Dr.

Así es. Se trata de una técnica quirúrgica pionera a escala internacional, que aúna el trasplante de grasa y la liberación de tendones mediante tenólisis en los lechos agotados de las manos, de los que venimos hablando.

Detalles, Dr., por favor.

En su aplicación, trasladamos al área objeto de intervención grasa viva de una zona donante. Habitualmente se toma de puntos poco visibles y con función limitada, como la ingle, la parte lateral del brazo y, en caso de actuar en dedos aislados, del dorso lateral del pie.

¿Grasa viva?.

Sí. Insisto en la idea de ‘grasa viva’, ya que es el único modo de que ofrezca a los tendones las condiciones de deslizamiento que necesitan. Para ello esta grasa ha de estar vascularizada, es decir, contar con riego.

De no ser así, se convirtiría en tejido fibrótico, inútil para la mejora de la situación del paciente. Como incidía antes, un aporte de grasa sin vascularizar parasita el lecho, se adhiere en busca de nutrientes a un lugar yermo y muere, haciendo inútil la tenólisis, entre otros efectos.

Y es que mediante dicho procedimiento liberamos los tendones de todas sus adherencias. Sin embargo, si las características del lecho siguen sin recuperarse, esta técnica será inútil como acción aislada, ya que las fibras tendinosas se volverán a ‘pegar’.

Prosiga, Dr.

Bien. En esencia, aislamos el aporte de grasa donante junto con su tejido areolar trasplantándole a la mano. Allí, ‘insertamos’ la artería que lo nutrirá y la vena que drenará la sangre que traslada dichos nutrientes, presentes ambas en la propia zona dañada.

Un proceso de corte y reconexión de vasos sanguíneos en su territorio vascular, que efectuamos a través de microcirugía. Todo ello, acompañado de una tenólisis que en este caso sí está en condiciones de alcanzar los resultados esperados.

De este modo, recreando un nuevo entorno protegemos los tendones, consiguiendo recuperar su deslizamiento natural. En definitiva, ofrecemos a los pacientes esperanzas de movilidad que creían perdidas y que, a día de hoy, son posibles gracias a esta nueva técnica.