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Mano catastrófica (I). El punto de vista del paciente: esperanzas, planes y microcirugía

11 diciembre, 2014

caso clínico mano mutilada

La ausencia de conflictos bélicos y las mejores condiciones de seguridad laboral han reducido la frecuencia de las lesiones traumáticas de la mano en los países occidentales. Aún así los equipos de emergencia y los cirujanos de ‘primera respuesta’ han de enfrentase a situaciones de mano catastrófica.

Su labor inicial es clave a la hora de sentar las bases para  acercarse -en la medida de lo posible- a lo que el Dr. Del Piñal define como ‘mano aceptable’: aquella con tres dedos de longitud cercana a la normal, con pérdida limitada de sensibilidad y un pulgar funcional.pérdida limitada de sensibilidad y un pulgar funcional.

Clasificación desarrollada por el Dr. Del Piñal

Clasificación del Dr. Del Piñal sobre posibles impactos en la mano (de izda, a dcha.: Normal -o cerca de la normalidad-, Aceptable, Desequlibrada, Lisiada, Mutilada y Metacarpiana). Bajo permiso de la British Society for Surgery of the Hand (c) 2004.pérdida limitada de sensibilidad y un pulgar funcional

Dr. Del Piñal, Ud. ha definido líneas-guía que orientan la reacción de los equipos de emergencia frente a una mano mutilada, en mayor o menor medida. Su filosofía, ‘salvar lo salvable’ (…)

Así es, los pacientes de estas características van a recibir su primer tratamiento en centros médicos y hospitales locales, en los que pueden no existir cirujanos especializados en este tipo de situaciones. Sin embargo, el papel de este primer equipo de respuesta es fundamental.

Del resultado de su trabajo va a depender que los especialistas en microcirugía, como es mi caso, demos una solución adecuada a las necesidades y características del paciente y sus heridas.

caso clínico (1)

Este paciente sufrió heridas severas en sus dedos con una sierra circular. El segundo y cuarto dedo fueron desvascularizados. El tercer dedo, amputado, no fue reimplantable, pero se convirtió en fuente donante de recursos para la reconstrucción del resto de la mano.
Los dedos 2 y 4 fueron revascularizados y se fijó la articulación interfalángica proximal del dedo índice. En este caso, el paciente se reincorporó a su trabajo como ebanista cinco meses después del accidente.

Tal y como comentas, en alguno de mis artículos he tratado de identificar las estructuras básicas a salvar (articulaciones, tendones flexores, vasos, etc.) en el desbridamiento inicial (a grandes rasgos, la extracción de elementos prescindibles); además de establecer recomendaciones generales en el manejo de tejidos blandos y amputaciones de dedos.

Dr. ¿cuáles son las características de una mano catastrófica?.

Podríamos optar por definirla como aquella cuyas heridas no permiten alcanzar quirúrgicamente el estado de ‘mano aceptable’, al que aludías en tu introducción. Sin embargo, prefiero que sea el propio paciente, con su modo de vida, aspiraciones, esperanzas, etc. quien lo haga.

¿En qué sentido?.

Para un violinista profesional perder la punta del dedo índice puede convertir su mano en catastrófica, habida cuenta de que perderá su capacidad para tocar. En mi caso, la amputación de un par de dedos podría forzarme a abandonar la cirugía. Sin embargo, ambos impactos serían ‘menores’, dentro de un orden, en el caso de otras profesiones, p.ej.

En último término, el carácter o no de mano catastrófica está ligado de forma íntima al efecto de un daño dado –más o menos severo- en la actividad cotidiana de cada persona afectada.

¿Cómo es el primer contacto con un paciente que ve su vida al borde de una transformación radical?.

Como es lógico, te expondré mi experiencia directa. Depende de dos factores de partida: en primer lugar, si realizo una intervención de urgencias o el paciente llega ‘en frío’, es decir, tiempo después de sufrir el incidente que daña sus manos; en segundo, aún más evidente, el alcance de sus heridas.

Dicho esto, el primer contacto ha de combinar una descripción clara y precisa de la situación de su mano con un fuerte componente de esperanza. Y esperanza para estos pacientes implica mostrarles un plan quirúrgico claro.

caso clínico (2)

Este paciente de 22 años sufrió amputaciones irreversibles causadas por un rallador de pan industrial. Tras el desbridamiento, solo una pequeña porción de la falange media pudo preservarse. Ambos tendones flexores fueron desinsertados.
72 horas más tarde, en un solo paso, el tercer dedo fue amputado , se desplazó el segundo y un dedo del pie (con un injerto de hueso interpuesto) se colocó sobre la falange media. Cinco años después de la reconstrucción, el paciente gozaba de una ‘mano aceptable’. Una intervención más tardía hubiera resultado en pérdida de capacidad de flexión

En estos casos, la incertidumbre es casi tan dura como las propias heridas, con lo que todo cirujano debe ser capaz de ordenar su cabeza, trazar una hoja de ruta y ofrecer respuestas detalladas y sinceras.

Dr. este tipo de pacientes suele requerir de varias intervenciones, ¿se ha encontrado con personas que le pidan abandonar el proceso?.

No. En ocasiones he afrontado momentos duros con pacientes que no deseaban iniciar el ciclo de operaciones que suelen necesitar estos casos. No obstante, una vez superado ese trance e iniciado el proceso, los propios resultados de la cirugía se convierten en el mejor acicate para continuar.

Aún así, la variable psicológica ha de ser clave, Dr.

Lo es, sin duda. Debemos abordar las heridas físicas y psicológicas del paciente como un todo. Los daños graves en una mano tienen un altísimo impacto en el bienestar de la persona, por no hablar de cuando dicho impacto es bilateral, es decir, en ambas manos.

Los pacientes temen el rechazo social, sí, pero más aún la incapacidad de ganarse la vida con sus anteriores profesiones; un factor que puede conducirles a la depresión. En ese punto, el apoyo de un psicólogo o un antiguo paciente recuperado juega un papel fundamental en nuestro modelo de tratamiento. Sin descartar, en casos más agudos, la petición inmediata de ayuda psiquiátrica.

No obstante, el paciente medio supera el duelo inicial en unos días y se siente mejor al participar en el proceso de toma de decisiones médicas; especialmente cuando se da cuenta, como apuntaba antes, de que existe un plan reconstructivo preciso para ‘sacarle del caos’.

La esperanza ha de estar siempre presente. Y aunque en estas situaciones todo minuto cuenta, dicha esperanza es extensible a pacientes con secuelas de heridas sufridas hace varios años. Deseo sinceramente que el por qué de de estas afirmaciones resulte obvio a partir de los casos clínicos que ilustran este post.

caso clínico (3)

En la primera imagen de la serie se aprecia un desbridamiento conservador, tras permanecer la mano de la paciente atrapada durante treinta minutos en una máquina empaquetadora. 72 horas después, en un solo paso, se trasfirió a la mano el hallux o dedo gordo del pie, además de practicar un autotrasplante al área de músculo grácil o recto interno (situado de la pelvis a la tibia) como tejido de cobertura.
Una semana después se trasfirieron dos dedos del pie adicionales (2º y 3º), concluyendo así la cirugía. Tras cinco meses, la aceptación del resultado por la paciente es evidente, como puede comprobarse en este recorte de su álbum de boda.