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Transferencia de músculo gracilis en caso de accidente con pérdida de los músculos del antebrazo

10 octubre, 2017

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Paciente joven, varón de 17 años, con arrancamiento de los músculos flexores del antebrazo por trauma grave en accidente de tráfico. Sufre lesiones tendinosas y daños en los nervios. El Dr. Piñal diseña un esquema de abordaje del caso a través de microcirugía, con transferencia de músculo gracilis o recto interno.

Daño muscular con riesgo de sepsis
Situación de partida. El paciente acude a la clínica con una ‘recolocación’ muscular con riesgo de sepsis. En la imagen se observa su capacidad máxima de extensión (izda.) y flexión.

El problema

Tras su accidente, el joven acude a la clínica del Dr. Piñal con una ‘recolocación’ muscular de urgencia que no solventa el gravísimo problema funcional y, por el contrario, representa un riesgo de sepsis, es decir, de infección del área afectada.

Los objetivos

Las metas clínicas del Dr. Piñal y su unidad quirúrgica pasan por devolver la función a la extremidad, preservar la sensibilidad y minimizar, en la medida de lo posible, el impacto estético del trauma y de la posterior intervención.

Resección tras necrosis por desvascularización
La necrosis por desvascularización hace imprescindible la retirada de músculo y tejidos en la zona afectada.

El plan

La severidad de las lesiones sufridas conduce a la necrosis por desvascularización de los tejidos afectados, lo que hace necesaria la resección, esto es, el vaciado o retirada de toda la sección musculo-tendinosa dañada.

Una vez realizada la resección, el Dr. Piñal procede a transferir el propio musculo recto interno o gracilis del paciente con su correspondiente estructura vascular (arteria y vena) y nerviosa. De este modo, un músculo con una función secundaria en la cara interna de la pierna es reconectado mediante microcirugía en el antebrazo, transformando su papel.

Músculo gracilis preparado para transferencia microquirúrgica
Esquema gráfico del músculo gracilis (izda.) junto a dicho músculo del paciente ya preparado para su reconexión mediante microcirugía. El gracilis o o recto interno tiene su origen en la parte inferior del pubis y desciende recto por la cara interior del muslo hasta rodear la meseta tibial interna. Solo ha de soportar cargas ligeras.

A su vez, como factor común en este tipo de contextos clínicos, la existencia de varios tendones con la misma misión funcional en la extremidad superior permite completar la recuperación de la movilidad del antebrazo, por medio de su desvío y reconexión con el músculo transferido.

Reconexión nerviotendinosa y vascular del recto interno o gracilis
En la composición, que parte del resultado postoperatorio inmediato (arriba) se puede observar la transferencia muscular tanto desde una perspectiva nerviotendinosa (izda.) como vascular (derecha), junto con la isla cutánea que sirve como indicador.

Por otro lado, el músculo gracilis se acompaña de la incorporación quirúrgica de una isla cutánea, que actúa como monitor del éxito del proceso de revascularización, entre otras variables.

Los resultados

La sensibilidad del músculo a la falta de oxígeno provoca que resulte vital acortar el tiempo de intervención. En este caso, tras unas 6 horas en quirófano, los resultados tanto en la función motora como desde el punto de vista estético son satisfactorios; a esta última variable contribuye también la resección posterior de la isla cutánea que actuaba como indicador.

Resultados de la intervención del Dr. Piñal a los 9 y 18 meses. El avance en la función motora y la mejora estética resultan evidentes.